Sólo el 3% de la población son lógicos, lo cual es extremadamente raro, pero no lo creen porque no les importa ser "mediocres". Los lógicos se enorgullecen de su creatividad proactiva, sus perspectivas inusuales y su intelecto inagotable. A menudo denominados filósofos, pensadores o profesores de fantasía, los lógicos han realizado a lo largo de la historia numerosos descubrimientos científicos fruto de su sabiduría.
Una vida embrollada no merece la pena
A las personas con personalidad de Lógico les encantan los patrones, y encontrar los fallos en el discurso es un hábito casi innato, por lo que no es prudente mentirle a un Lógico. Irónicamente, no se puede confiar en los lógicos, no porque no sean honestos, sino porque a los lógicos les gusta compartir ideas poco desarrolladas en debates consigo mismos, y sólo les interesa obtener opiniones sobre ideas y teorías de otras personas, en lugar de utilizarlas como verdaderos interlocutores.
De este modo, la gente suele pensar que las personas con este tipo de personalidad son menos fiables, pero la realidad es que nadie es más apasionado y capaz que un lógico a la hora de identificar problemas, profundizar en los distintos factores y detalles asociados a ellos y encontrar formas alternativas de hallar soluciones viables; sólo no espere que le entreguen informes de progreso a tiempo. Las personas con el tipo de personalidad Lógico suelen tener poco interés en las actividades rutinarias y de mantenimiento, pero cuando se les sitúa en un entorno que estimula sus genes creativos y su potencial, los Lógicos invertirán su tiempo y energía a toda costa para dar con soluciones perspicaces e imparciales.
La sabiduría empieza por el escepticismo
Puede parecer que son improductivos, que pierden el tiempo en ensoñaciones interminables, pero el proceso de pensamiento de los lógicos nunca se detiene, y las ideas siempre están bullendo en sus mentes desde el momento en que abren los ojos. Pensar constantemente les hace parecer melancólicos o vagabundos, ya que a menudo se enzarzan en acalorados debates en su propia mente, pero cuando están en compañía de conocidos o de personas con aficiones similares, se vuelven muy relajados y amables. Pero cuando las personalidades lógicas están entre extraños, lo que vemos es su timidez difícil de disimular, e incluso un poco de bromas amistosas y amables sobre sus conclusiones o teorías se percibe como una acusación, lo que puede desencadenar rápidamente una pelea verbal.
Cuando los lógicos están extraordinariamente agitados, las palabras que salen de su boca se vuelven incoherentes mientras se esfuerzan por explicar la serie de cadenas de conclusiones lógicas, que a su vez les lleva a su última idea. A menudo, si alguien está confuso y no entiende lo que dice un lógico, éste prefiere cambiar de tema en lugar de explicar las cosas en términos sencillos.
Los lógicos también optan por cambiar de tema si los demás están llenos de juicios subjetivos y emociones cuando explican sus procesos de pensamiento. Supongamos que existe un mecanismo de relojería inmensamente complejo que acepta todos los hechos e ideas posibles, procesa cada uno de ellos con un razonamiento creativo y ofrece el resultado más lógico: así funciona el cerebro del lógico. Las personas con este tipo de personalidad toleran muy poco que las actividades emocionales interfieran en el funcionamiento de su máquina.
Cambia el mundo antes de cambiarte a ti mismo.
Además, los lógicos simplemente no entienden lo que es el lloriqueo emocional, y sus amigos no reciben apoyo emocional de ellos. Las personas con el tipo de personalidad Lógico son más propensas a dar una serie de sugerencias bien organizadas para resolver el problema subyacente, presentando un punto de vista que no es popular entre sus amigos más sensibles. Es probable que esto se extienda a las conversaciones sociales y a objetivos como la planificación de cenas y matrimonios, ya que a los Lógicos les preocupa más la originalidad y los resultados inmediatos.
Una de las cosas que realmente dificulta que el Lógico triunfe es que tiene un miedo infinito y profundamente arraigado al fracaso. Los lógicos son propensos a dar marcha atrás en sus ideas y teorías, temiendo que se les haya escapado alguna pista importante, por lo que tropiezan y se pierden en un mundo invisible en el que sus ideas no pueden ver la luz del día. Disipar esta duda es el reto más difícil al que se enfrentan los lógicos, pero al superarla, el don de la sabiduría que aportan al mundo, por alto o bajo que sea, hace que merezca la pena luchar por él.